Apertura emocional: Despertar silencioso

No estás rota: estás en un despertar emocional

No estás rota: estás despertando

Una carta para cuando todo se siente demasiado… y no sabés por qué

Hay días en los que el alma pesa. Todo afuera sigue igual, pero adentro… algo se rompió. O se movió. O se cayó una estructura que ya no sabías que sostenías.

Te levantás, hacés lo que tenés que hacer, pero hay una parte tuya que no quiere estar ahí. Que está cansada. Confundida. Triste. Y no sabés por qué.

Y entonces aparece esa voz interna —aprendida, implacable— que te dice:
“Dale. No es para tanto.”
“Agradecé. Hay gente peor.”
“Capaz estás siendo dramática otra vez.”

Y empezás a dudar de tu dolor. A minimizarlo. A esconderlo.

Pero te lo digo ahora, así, sin rodeos:
No estás rota. Estás despertando.

Lo que nadie te cuenta sobre el “despertar”

Nos vendieron la sanación como una lista de pasos. Pensá en positivo. Soltá lo que no te sirve. Manifestá la vida que querés.

Pero… ¿qué pasa si eso no alcanza?
¿Qué pasa si estás agotada de hacer todo bien y aun así te sentís vacía?

Lo que nadie te dice es que despertar no se siente como una epifanía. Se siente como un derrumbe.

No es “salir de la zona de confort”, es que el confort desaparezca. Y tengas que empezar a caminar sin mapa.

Esto que sentís no es debilidad. Es señal.

Cuando el cuerpo se cansa, cuando no podés dormir, cuando te cuesta concentrarte… muchas veces es tu alma la que está pidiendo ser escuchada.

No para que la arreglen. Ni para que le den una respuesta rápida.
Sino para que alguien se siente con ella. La mire a los ojos. Y diga: “Acá estoy. No te suelto.”

Entonces… ¿qué es lo que me está pasando?

A veces lo que llamamos “crisis” no es un quiebre. Es una saturación emocional. Una acumulación de partes tuyas que venís silenciando para que todo funcione. Y un día, el cuerpo dice basta.

Desde la neurociencia, sabemos que el sistema nervioso no distingue entre una amenaza externa real o una interna simbólica. Entonces si vivís con una autoexigencia constante, sin espacios reales para procesar lo que te pasa… tu cuerpo entra en modo alerta.

Y vos lo sentís como ansiedad, insomnio, cansancio que no se va, ganas de escapar.

Desde la psicología humanista, esto se llama disonancia interna: vivís una cosa, pero actuás otra. Mostrás una cara, pero adentro hay otra historia. Y eso… desgasta.

Y desde el acompañamiento emocional, lo nombramos así:
Es una parte tuya pidiendo ser vista.

No para ser corregida. Ni rescatada. Solo mirada con honestidad, sin juicio, sin prisa, para reconocerla e integrarla.
Quizás es momento de darte un tiempo para escucharte.
No para hacer más, sino para estar.
Como quien abre una ventana después de mucho tiempo… y deja entrar aire, luz y verdad.

No necesitás fórmulas. Necesitás un lugar donde ser.

Un espacio donde no tengas que explicarte.
Donde podés llorar sin que nadie te interrumpa con consejos.
Donde no tenés que demostrar nada para ser vista.

Eso es lo que acompaño.

No tengo recetas. No creo en atajos.
Trabajo con historias reales. Con lo que duele de verdad. Desde ahí… algo empieza a transformarse.

No porque yo tenga las respuestas. Sino porque, cuando te animás a decirlas en voz alta… ya no estás sola.

¿Querés una conversación sincera, sin filtros?

Si algo en vos se está moviendo… no lo ignores.
Tal vez no sea una crisis. Tal vez sea un comienzo.

 

🕊 Te ofrezco un espacio íntimo, sin fórmulas.
Una sesión gratuita para hablar de eso que no se puede contar en voz alta, pero que te habita hace tiempo.

📩 Reservá tu sesión gratuita de descubrimiento

Sin presión. Sin máscaras. Solo vos, tu historia, y alguien que no quiere arreglarte. Solo acompañarte.


 Frases para destacar:

  • “No estás rota. Estás despertando.”
  • “No todo lo que duele necesita una solución. A veces solo pide ser escuchado.”
  • “Dejá de exigirte sanación. Empezá a darte permiso para sentir.”
  • “Lo que se desarma no es fracaso. A veces es inicio.”

Deja una respuesta